Ver anterior: LA INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.
LA PENETRACIÓN
DEL CAPITAL INTERNACIONAL (1952-1972)
La finalización de la guerra de Corea, en 1953, marcó el fin de la
demanda internacional de productos alimenticios y la baja de sus precios. Esta
situación provocó la desintegración del bloque de poder peronista y demostró la
incapacidad del campo para sostener el proceso de desarrollo industrial.
Se hicieron frecuentes los enfrentamientos entre el sector obrero y la
burguesía industrial, y el gobierno no pudo sostener habitual su política de arbitraje. Los salarios quedaron
retrasados frente a la inflación y se multiplicaron las huelgas obreras. Por
otra parte, el peronismo también tuvo enfrentamientos con los sectores
militares y con la Iglesia. El descontento social fue canalizado por los
partidos tradicionales como el radicalismo que comenzó a combatir al peronismo.
La única salida posible para el peronismo fue la apertura de la
economía a los capitales extranjeros para promover el desarrollo industrial. La
Ley de Radicación de Capitales de 1953 incentivó las inversiones extranjeras
hacia las actividades mineras e industriales y estableció un régimen de
promoción industrial que beneficiaba con exenciones impositivas a ciertas
actividades. El gobierno firmó contratos con empresas petroleras
norteamericanas modificando su postura frente a los EE.UU.
Las contradicciones de esta etapa del peronismo, sumadas al
levantamiento militar, provocaron la caída de Perón. La llamada “Revolución
Libertadora” de 1955 fue apoyada por distintas fracciones de la burguesía en
las que destaca el sector agrario tradicional, quien logra reconstruir su
predominio con el apoyo de partidos de clase media como el radicalismo.
El gobierno militar buscó hacer frente a la crisis económica aplicando
un plan de estabilización de precios, congelamiento de salarios y reducción de
los gastos del Estado. Se procuró a estimular la producción agraria mediante devaluaciones
de la moneda que se reflejaron en una traslación de ingresos hacia el campo. Por
otra parte, Argentina, ingresó al F.M.I y al Banco Mundial para acceder al
mercado de capitales con la consecuente pérdida de autonomía en la política
económica nacional.
En 1958, con el peronismo excluido, ganó las elecciones nacionales el
radical Arturo Frondizi. Su política económica se orientó al desarrollo de las
industrias básicas como el petróleo, la química y la siderurgia, con el aporte
de capital internacional. En un principio estos capitales reactivaron la
economía estimulando el crecimiento de las industrias asociadas a las
industrias básicas ampliando el mercado de la mano de obra y la ocupación. Si
bien en un principio parecían dadas las condiciones para lograr la
participación de los sectores populares en los beneficios del crecimiento
industrial, pronto se fueron percibiendo los resultados de fondo propios del
nuevo modelo “desarrollista”.
La acción del capital internacional colocó en una situación de
desventaja a los sectores industriales que habían prosperado en el período de
sustitución de importaciones. Las grandes corporaciones, con el aporte de una
alta tecnificación, poseían una mayor
productividad y absorbían menos mano de obra que las industrias locales. Por
otra parte, el ingreso de capitales extranjeros condicionaba a la política
económica nacional. Para que éstos invirtieran en nuestro país, el Estado debía
garantizar políticas de estabilización monetaria y restricción del gasto
público que afectaban directamente a las clases medias y populares. Esta
situación agudizaba el problema político; la presión obrera no sólo exigía
mejoras salariales sino también la legalización del peronismo.
Sumado a la presión obrera se sucedieron constantes “planteos”
militares que exigían la implementación autoritaria del programa de
modernización. El gobierno de Frondizi, ante la imposibilidad de derrotar al peronismo en las elecciones provinciales de
1962, fue derrocado por un golpe militar. El último intento para salvar el
sistema democrático representativo fue llevado a cabo en 1963 por el gobierno
de Arturo Illia, quien representaba a la U.C.R.P. La Unión Cívica Radical del Pueblo fue una
agrupación política dividida de la UCR que, sobre una base de clase media,
intentó incorporar al peronismo sin darle el poder y realizar a su vez la obra
modernizadora.
Su gobierno se mostró ineficaz al tratar de imponer una tímida
aplicación de la doctrina de la CEPAL. La amenaza del triunfo del peronismo en
las elecciones de 1965 y la radicalización de sus métodos de lucha sumados al
fracaso económico provocaron su caída en 1966. Había quedado en evidencia la
incapacidad de la política para adaptar a la Argentina a las condiciones
creadas por el capitalismo internacional que hacía necesario realizar cambios
profundos y poco populares.
La solución más coherente fue la “Revolución Argentina” que puso a las
Fuerzas Armadas en el poder, asistidas por eficientes tecnócratas que
respondían a los intereses del capital internacional más concentrado. El nuevo
orden representado por el capital monopólico respaldado por las Fuerzas Armadas
se definió como autoritario y no democrático. Utilizando un doble juego de
represión y soborno a los sectores más privilegiados del movimiento obrero,
llevó adelante el plan de modernización.
El plan “Krieger Vasena” impuso la estabilidad monetaria mediante el
congelamiento de precios y salarios, la contención de la inflación, la
reducción del gasto público, la racionalización administrativa y la elaboración
de instrumentos legales que favorecían la libre acción de las inversiones
extranjeras.
La dictadura impuesta por la “Revolución Argentina” fracasó en su
intento de perpetuarse en el poder. En un clima de inestabilidad política y
violentas represiones, fue aumentando el accionar de organizaciones armadas
clandestinas como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), Montoneros y las
FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). El aumento de la conmoción social no
podía ser contenida y, en 1972, se optó
por la apertura democrática con participación del peronismo sin Perón. No era posible gobernar con falta de legitimidad y sin consenso
de las masas populares.
Desde sus comienzos, la Revolución Argentina, buscó atraer a los
capitales extranjeros otorgando privilegios para que invirtieran en actividades
mineras e industriales. Gradualmente se fueron ampliando los privilegios
llegando a permitirse la libre transferencia de utilidades y capitales sin
ningún tipo de control por parte del Estado.
Hacia 1965 las inversiones de los EE.UU. representaban el 50% de los
capitales extranjeros. Atraídos por los privilegios y el mercado creado por la
política proteccionista del peronismo, un reducido grupo de grandes
corporaciones monopólicas se orientaron a la producción petroquímica,
siderúrgica, automotriz y electrónica.
Si bien estas inversiones representaban un aporte positivo en el
momento de su ingreso, el giro de utilidades sin ningún tipo de control,
crearon un problema en la balanza de pagos. El sector agrario, pese a las
repetidas devaluaciones de la moneda para aumentar su competitividad, demostró
ser incapaz de producir las divisas necesarias para equilibrar la balanza de
pagos. Por otra parte, las exportaciones de productos industriales chocaron con
las barreras arancelarias levantadas por Estados Unidos.
Este modelo impulsó la dependencia del sistema productivo argentino que
adoptó las pautas de funcionamiento del sistema internacional. La imposición de
criterios de eficiencia aceleró la concentración monopólica y las grandes
empresas fueron subordinando a las demás. El sistema productivo se dividió
entre sectores modernos y eficientes y los sectores antiguos, que no pueden
incorporarse a la modernización y quedan cada vez más atrasados. Lo mismo
sucede con la mano de obra. Dentro de esta política se estimuló la liquidación
de zonas que no eran eficientes, como el Chaco algodonero y el Tucumán
azucarero.
La nueva forma de dependencia tecnológica-industrial tiene como
protagonista a las empresas multinacionales. Éstas se caracterizan por disponer
de vastos recursos financieros, permanente actualización tecnológica que
aumenta su productividad y el control de múltiples mercados nacionales en forma
simultánea.
El rol de Estado se concentró en inversiones en infraestructura en las
zonas de mayor demanda. La realización de obras viales, redes de oleoductos y
gasoductos, y la generación de energía eléctrica caracterizan a este período.
Adaptación
de ROFMAN, A Y ROMERO L.A, SISTEMA SOCIOECONÓMICO Y ESTRUCTURAL
REGIONAL EN LA ARGENTINA, Amorrou, Bs.
As. 1998. P-p 203-243.
ACTIVIDADES:
a) ¿Por
qué causas el año 1953 marca el fin del modelo de sustitución de importaciones?
b) Justificá
la siguiente frase: “El peronismo del ´53 al ´55 cae en una contradicción.”
c) Identificá
los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55.
d) Explicá
en que consiste el “desarrollismo.”
e) ¿Cuáles
son las ventajas y las desventajas del “desarrollismo”?
f) Compará
la composición de los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55 y el del
´66.
g) Definí
las características y consecuencias del
plan de modernización.
h) ¿Cuál
es el rol del Estado durante el período ´55 /”72.
i)
Organizá
una línea de tiempo política del período.
j)
Elaborá, mediante argumentos, un juicio de valor
sobre este período de la historia argentina.
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