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viernes, 7 de septiembre de 2012

LA PENETRACION DEL CAPITAL EXTRANJERO

Ver anterior: LA INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.

LA PENETRACIÓN DEL CAPITAL INTERNACIONAL (1952-1972)

La finalización de la guerra de Corea, en 1953, marcó el fin de la demanda internacional de productos alimenticios y la baja de sus precios. Esta situación provocó la desintegración del bloque de poder peronista y demostró la incapacidad del campo para sostener el proceso de desarrollo industrial.
Se hicieron frecuentes los enfrentamientos entre el sector obrero y la burguesía industrial, y el gobierno no pudo sostener habitual su política  de arbitraje. Los salarios quedaron retrasados frente a la inflación y se multiplicaron las huelgas obreras. Por otra parte, el peronismo también tuvo enfrentamientos con los sectores militares y con la Iglesia. El descontento social fue canalizado por los partidos tradicionales como el radicalismo que comenzó a combatir al peronismo.
La única salida posible para el peronismo fue la apertura de la economía a los capitales extranjeros para promover el desarrollo industrial. La Ley de Radicación de Capitales de 1953 incentivó las inversiones extranjeras hacia las actividades mineras e industriales y estableció un régimen de promoción industrial que beneficiaba con exenciones impositivas a ciertas actividades. El gobierno firmó contratos con empresas petroleras norteamericanas modificando su postura frente a los EE.UU.
Las contradicciones de esta etapa del peronismo, sumadas al levantamiento militar, provocaron la caída de Perón. La llamada “Revolución Libertadora” de 1955 fue apoyada por distintas fracciones de la burguesía en las que destaca el sector agrario tradicional, quien logra reconstruir su predominio con el apoyo de partidos de clase media como el radicalismo.
El gobierno militar buscó hacer frente a la crisis económica aplicando un plan de estabilización de precios, congelamiento de salarios y reducción de los gastos del Estado. Se procuró a estimular la producción agraria mediante devaluaciones de la moneda que se reflejaron en una traslación de ingresos hacia el campo. Por otra parte, Argentina, ingresó al F.M.I y al Banco Mundial para acceder al mercado de capitales con la consecuente pérdida de autonomía en la política económica nacional.
En 1958, con el peronismo excluido, ganó las elecciones nacionales el radical Arturo Frondizi. Su política económica se orientó al desarrollo de las industrias básicas como el petróleo, la química y la siderurgia, con el aporte de capital internacional. En un principio estos capitales reactivaron la economía estimulando el crecimiento de las industrias asociadas a las industrias básicas ampliando el mercado de la mano de obra y la ocupación. Si bien en un principio parecían dadas las condiciones para lograr la participación de los sectores populares en los beneficios del crecimiento industrial, pronto se fueron percibiendo los resultados de fondo propios del nuevo modelo “desarrollista”.
La acción del capital internacional colocó en una situación de desventaja a los sectores industriales que habían prosperado en el período de sustitución de importaciones. Las grandes corporaciones, con el aporte de una alta tecnificación,  poseían una mayor productividad y absorbían menos mano de obra que las industrias locales. Por otra parte, el ingreso de capitales extranjeros condicionaba a la política económica nacional. Para que éstos invirtieran en nuestro país, el Estado debía garantizar políticas de estabilización monetaria y restricción del gasto público que afectaban directamente a las clases medias y populares. Esta situación agudizaba el problema político; la presión obrera no sólo exigía mejoras salariales sino también la legalización del peronismo.
Sumado a la presión obrera se sucedieron constantes “planteos” militares que exigían la implementación autoritaria del programa de modernización. El gobierno de Frondizi, ante la imposibilidad de derrotar  al peronismo en las elecciones provinciales de 1962, fue derrocado por un golpe militar. El último intento para salvar el sistema democrático representativo fue llevado a cabo en 1963 por el gobierno de Arturo Illia, quien representaba a la U.C.R.P.  La Unión Cívica Radical del Pueblo fue una agrupación política dividida de la UCR que, sobre una base de clase media, intentó incorporar al peronismo sin darle el poder y realizar a su vez la obra modernizadora.
Su gobierno se mostró ineficaz al tratar de imponer una tímida aplicación de la doctrina de la CEPAL. La amenaza del triunfo del peronismo en las elecciones de 1965 y la radicalización de sus métodos de lucha sumados al fracaso económico provocaron su caída en 1966. Había quedado en evidencia la incapacidad de la política para adaptar a la Argentina a las condiciones creadas por el capitalismo internacional que hacía necesario realizar cambios profundos y poco populares.
La solución más coherente fue la “Revolución Argentina” que puso a las Fuerzas Armadas en el poder, asistidas por eficientes tecnócratas que respondían a los intereses del capital internacional más concentrado. El nuevo orden representado por el capital monopólico respaldado por las Fuerzas Armadas se definió como autoritario y no democrático. Utilizando un doble juego de represión y soborno a los sectores más privilegiados del movimiento obrero, llevó adelante el plan de modernización.
El plan “Krieger Vasena” impuso la estabilidad monetaria mediante el congelamiento de precios y salarios, la contención de la inflación, la reducción del gasto público, la racionalización administrativa y la elaboración de instrumentos legales que favorecían la libre acción de las inversiones extranjeras.
La dictadura impuesta por la “Revolución Argentina” fracasó en su intento de perpetuarse en el poder. En un clima de inestabilidad política y violentas represiones, fue aumentando el accionar de organizaciones armadas clandestinas como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), Montoneros y las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). El aumento de la conmoción social no podía ser contenida y, en 1972,  se optó por la apertura democrática con participación del peronismo sin Perón. No era posible gobernar con falta de legitimidad y sin consenso de las masas populares.
Desde sus comienzos, la Revolución Argentina, buscó atraer a los capitales extranjeros otorgando privilegios para que invirtieran en actividades mineras e industriales. Gradualmente se fueron ampliando los privilegios llegando a permitirse la libre transferencia de utilidades y capitales sin ningún tipo de control por parte del Estado.
Hacia 1965 las inversiones de los EE.UU. representaban el 50% de los capitales extranjeros. Atraídos por los privilegios y el mercado creado por la política proteccionista del peronismo, un reducido grupo de grandes corporaciones monopólicas se orientaron a la producción petroquímica, siderúrgica, automotriz y electrónica.
Si bien estas inversiones representaban un aporte positivo en el momento de su ingreso, el giro de utilidades sin ningún tipo de control, crearon un problema en la balanza de pagos. El sector agrario, pese a las repetidas devaluaciones de la moneda para aumentar su competitividad, demostró ser incapaz de producir las divisas necesarias para equilibrar la balanza de pagos. Por otra parte, las exportaciones de productos industriales chocaron con las barreras arancelarias levantadas por Estados Unidos.
Este modelo impulsó la dependencia del sistema productivo argentino que adoptó las pautas de funcionamiento del sistema internacional. La imposición de criterios de eficiencia aceleró la concentración monopólica y las grandes empresas fueron subordinando a las demás. El sistema productivo se dividió entre sectores modernos y eficientes y los sectores antiguos, que no pueden incorporarse a la modernización y quedan cada vez más atrasados. Lo mismo sucede con la mano de obra. Dentro de esta política se estimuló la liquidación de zonas que no eran eficientes, como el Chaco algodonero y el Tucumán azucarero.
La nueva forma de dependencia tecnológica-industrial tiene como protagonista a las empresas multinacionales. Éstas se caracterizan por disponer de vastos recursos financieros, permanente actualización tecnológica que aumenta su productividad y el control de múltiples mercados nacionales en forma simultánea.
El rol de Estado se concentró en inversiones en infraestructura en las zonas de mayor demanda. La realización de obras viales, redes de oleoductos y gasoductos, y la generación de energía eléctrica caracterizan a este período.

Adaptación de ROFMAN, A Y ROMERO L.A,  SISTEMA SOCIOECONÓMICO Y ESTRUCTURAL REGIONAL EN LA ARGENTINA, Amorrou, Bs. As. 1998. P-p 203-243.
ACTIVIDADES:
a)      ¿Por qué causas el año 1953 marca el fin del modelo de sustitución de importaciones?
b)      Justificá la siguiente frase: “El peronismo del ´53 al ´55 cae en una contradicción.”
c)       Identificá los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55.
d)      Explicá en que consiste el “desarrollismo.”
e)      ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas del “desarrollismo”?
f)       Compará la composición de los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55 y el del ´66.
g)      Definí las características  y consecuencias del plan de modernización.
h)      ¿Cuál es el rol del Estado durante el período ´55 /”72.
i)        Organizá  una línea de tiempo política del período.
j)        Elaborá, mediante argumentos, un juicio de valor sobre este período de la historia argentina.

jueves, 5 de julio de 2012

EL MODELO AGRO-EXPORTADOR

Ver anterior: LA REPÚBLICA CONSERVADORA

LA CONSOLIDACION DEL MODELO ECONÓMICO

En la segunda mitad del siglo XIX, a partir del ciclo de exportación de lanas comenzó a formarse en nuestro país una economía capitalista, que se iría desarrollando en las décadas siguientes. Así, gran parte de la tierra que estaba en manos del Estado pasó a manos del sector privado. Allí se establecieron las estancias de crías de ovinos, quedando la producción en manos de una clase de terratenientes. 

Por otro lado, en el extremo opuesto de la escala social, comenzó a crecer la demanda de mano de obra, formándose un mercado de trabajo (hombres y mujeres venden su trabajo a cambio de un salario). Finalmente el capital extranjero comenzó a intervenir para financiar ciertos aspectos de la economía exportadora, cobrando mayor fuerza a partir de la década de 1880. Fue precisamente entre ese año y 1914, cuando el crecimiento de las exportaciones argentinas produjo un aumento vertiginoso, multiplicándose diez veces el total de las mismas. El principal comprador de los productos agropecuarios argentinos fue el Reino Unido. 

A partir de 1880, la demanda de alimentos del mercado mundial superó a la de insumos textiles. Argentina, cuyas tierras fértiles se encuentran entre las mejores del mundo, aprovechó esta oportunidad para desarrollar la producción de dos nuevos productos para exportar: la carne y los cereales. Si bien la lana fue el principal rubro de exportación hasta 1895 aproximadamente, a mediados de la década de 1870 comenzó a surgir la producción de trigo, que en años posteriores iba a gozar de grandes éxitos. 
A partir de la fecha mencionada, se logró abastecer de harina el mercado interno y progresivamente se comenzaron a generar excedentes para exportar. Esta producción provenía de un grupo de colonias agrícolas ubicadas en el centro de la provincia de Santa Fe. Aunque rápidamente se produjo una gran expansión geográfica de la producción de trigo, abarcando casi la totalidad de la región pampeana: provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba y nordeste de La Pampa.

Por otra parte, desde 1880, se perfeccionaron los medios para mantener las carnes en frío durante su traslado a través del océano (recordemos que las primeras exportaciones se realizaban con ganado en pie). Asimismo se debió llevar a cabo un proceso de mestizaje y de mejoramiento en la calidad de las pasturas para lograr de las carnes argentinas  uno de los mejores productos del mundo en cuanto a sabor y valor nutritivo. La cría de ganado bovino se combinó con la siembra de cereales. Se formaron estancias mixtas, que dedicaban parte de su superficie a la siembra y parte a la ganadería. 

La variación de los precios internacionales llevaba a que generalmente las  exportaciones terminaran siendo mixtas (carnes y cereales), de modo que los terratenientes amortiguaran el efecto de estas variaciones. Esta producción mixta hacía necesaria la posesión de grandes extensiones de tierras, conspirando contra la formación de una clase de pequeños y medianos propietarios rurales. Al mismo tiempo, este crecimiento desplazó la producción ovina (lana) a regiones más áridas y apartadas como el sur de La Pampa y Río Negro.

A partir de este momento, la llanura pampeana se transformó en el polo dinámico del desarrollo económico del país. Allí se generaba la producción para la exportación, se invertía la mayoría de los capitales nacionales y extranjeros y se concentraba el 70% de la población del país, dando lugar a un vigoroso desarrollo económico y social.

Sin embargo, si bien las exportaciones se multiplicaron varias veces entre 1880 y 1914, las importaciones crecieron aún más, por lo que la balanza comercial argentina continuó siendo deficitaria durante este período. Llegaban, fundamentalmente desde el Reino Unido, una gran variedad de productos manufacturados, destinados al consumo masivo de la población. Al mismo tiempo, los británicos comenzaron a invertir cada vez más en dos sectores fundamentales de la economía argentina para la consolidación del modelo agroexportador: los ferrocarriles y los frigoríficos.

El desarrollo del ferrocarril provocó una baja sustancial en el costo de los fletes. Así, se fueron sumando a la actividad productiva tierras alejadas de los puertos y de los centros de consumo. Pero al mismo tiempo, generaron una mayor integración del Estado nacional. Muchos pueblos se construyeron alrededor del ferrocarril y los trabajadores ferroviarios. Año tras año crecía el tendido ferroviario. Entre 1887 y 1914, había aumentado 5 veces aproximadamente (de 6700 km a 35500 km). La financiación de las inversiones ferroviarias se realizó casi exclusivamente con capital extranjero. En parte, por la carencia del Estado nacional de las grandes sumas de dinero necesarias para encarar obras de tamaña envergadura; Pero también por una decisión ideológica de los gobiernos de turno que decidió que solo las rutas improductivas debían ser explotadas por el Estado, en tanto que las productivas debían quedar libradas al capital privado, fundamentalmente en manos del capital ingles.

Por otra parte, el aumento de la demanda de carne por parte de Gran Bretaña, incentivó el desarrollo de los frigoríficos. Los británicos fueron pioneros en este rubro. A pesar de la existencia de frigoríficos de capitales argentinos, fueron los ingleses quienes dominaron el negocio de la exportación de carnes. Sin embargo, en los inicios del siglo XX, el capital estadounidense comenzó a intervenir en la industria frigorífica, produciendo un cambio en la forma de procesar las carnes: la carne que hasta ese momento se enviaba congelada, los norteamericanos mejoraron la calidad de las mismas enviándolas enfriadas, lo que le permitía tener mejor sabor. Las exportaciones de carne argentina comenzaron a aumentar en forma espectacular, convirtiéndose en el principal proveedor del Reino Unido.

Ver siguiente: LA GENERACIÓN DEL ´80