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viernes, 7 de septiembre de 2012

LA PENETRACION DEL CAPITAL EXTRANJERO

Ver anterior: LA INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.

LA PENETRACIÓN DEL CAPITAL INTERNACIONAL (1952-1972)

La finalización de la guerra de Corea, en 1953, marcó el fin de la demanda internacional de productos alimenticios y la baja de sus precios. Esta situación provocó la desintegración del bloque de poder peronista y demostró la incapacidad del campo para sostener el proceso de desarrollo industrial.
Se hicieron frecuentes los enfrentamientos entre el sector obrero y la burguesía industrial, y el gobierno no pudo sostener habitual su política  de arbitraje. Los salarios quedaron retrasados frente a la inflación y se multiplicaron las huelgas obreras. Por otra parte, el peronismo también tuvo enfrentamientos con los sectores militares y con la Iglesia. El descontento social fue canalizado por los partidos tradicionales como el radicalismo que comenzó a combatir al peronismo.
La única salida posible para el peronismo fue la apertura de la economía a los capitales extranjeros para promover el desarrollo industrial. La Ley de Radicación de Capitales de 1953 incentivó las inversiones extranjeras hacia las actividades mineras e industriales y estableció un régimen de promoción industrial que beneficiaba con exenciones impositivas a ciertas actividades. El gobierno firmó contratos con empresas petroleras norteamericanas modificando su postura frente a los EE.UU.
Las contradicciones de esta etapa del peronismo, sumadas al levantamiento militar, provocaron la caída de Perón. La llamada “Revolución Libertadora” de 1955 fue apoyada por distintas fracciones de la burguesía en las que destaca el sector agrario tradicional, quien logra reconstruir su predominio con el apoyo de partidos de clase media como el radicalismo.
El gobierno militar buscó hacer frente a la crisis económica aplicando un plan de estabilización de precios, congelamiento de salarios y reducción de los gastos del Estado. Se procuró a estimular la producción agraria mediante devaluaciones de la moneda que se reflejaron en una traslación de ingresos hacia el campo. Por otra parte, Argentina, ingresó al F.M.I y al Banco Mundial para acceder al mercado de capitales con la consecuente pérdida de autonomía en la política económica nacional.
En 1958, con el peronismo excluido, ganó las elecciones nacionales el radical Arturo Frondizi. Su política económica se orientó al desarrollo de las industrias básicas como el petróleo, la química y la siderurgia, con el aporte de capital internacional. En un principio estos capitales reactivaron la economía estimulando el crecimiento de las industrias asociadas a las industrias básicas ampliando el mercado de la mano de obra y la ocupación. Si bien en un principio parecían dadas las condiciones para lograr la participación de los sectores populares en los beneficios del crecimiento industrial, pronto se fueron percibiendo los resultados de fondo propios del nuevo modelo “desarrollista”.
La acción del capital internacional colocó en una situación de desventaja a los sectores industriales que habían prosperado en el período de sustitución de importaciones. Las grandes corporaciones, con el aporte de una alta tecnificación,  poseían una mayor productividad y absorbían menos mano de obra que las industrias locales. Por otra parte, el ingreso de capitales extranjeros condicionaba a la política económica nacional. Para que éstos invirtieran en nuestro país, el Estado debía garantizar políticas de estabilización monetaria y restricción del gasto público que afectaban directamente a las clases medias y populares. Esta situación agudizaba el problema político; la presión obrera no sólo exigía mejoras salariales sino también la legalización del peronismo.
Sumado a la presión obrera se sucedieron constantes “planteos” militares que exigían la implementación autoritaria del programa de modernización. El gobierno de Frondizi, ante la imposibilidad de derrotar  al peronismo en las elecciones provinciales de 1962, fue derrocado por un golpe militar. El último intento para salvar el sistema democrático representativo fue llevado a cabo en 1963 por el gobierno de Arturo Illia, quien representaba a la U.C.R.P.  La Unión Cívica Radical del Pueblo fue una agrupación política dividida de la UCR que, sobre una base de clase media, intentó incorporar al peronismo sin darle el poder y realizar a su vez la obra modernizadora.
Su gobierno se mostró ineficaz al tratar de imponer una tímida aplicación de la doctrina de la CEPAL. La amenaza del triunfo del peronismo en las elecciones de 1965 y la radicalización de sus métodos de lucha sumados al fracaso económico provocaron su caída en 1966. Había quedado en evidencia la incapacidad de la política para adaptar a la Argentina a las condiciones creadas por el capitalismo internacional que hacía necesario realizar cambios profundos y poco populares.
La solución más coherente fue la “Revolución Argentina” que puso a las Fuerzas Armadas en el poder, asistidas por eficientes tecnócratas que respondían a los intereses del capital internacional más concentrado. El nuevo orden representado por el capital monopólico respaldado por las Fuerzas Armadas se definió como autoritario y no democrático. Utilizando un doble juego de represión y soborno a los sectores más privilegiados del movimiento obrero, llevó adelante el plan de modernización.
El plan “Krieger Vasena” impuso la estabilidad monetaria mediante el congelamiento de precios y salarios, la contención de la inflación, la reducción del gasto público, la racionalización administrativa y la elaboración de instrumentos legales que favorecían la libre acción de las inversiones extranjeras.
La dictadura impuesta por la “Revolución Argentina” fracasó en su intento de perpetuarse en el poder. En un clima de inestabilidad política y violentas represiones, fue aumentando el accionar de organizaciones armadas clandestinas como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), Montoneros y las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). El aumento de la conmoción social no podía ser contenida y, en 1972,  se optó por la apertura democrática con participación del peronismo sin Perón. No era posible gobernar con falta de legitimidad y sin consenso de las masas populares.
Desde sus comienzos, la Revolución Argentina, buscó atraer a los capitales extranjeros otorgando privilegios para que invirtieran en actividades mineras e industriales. Gradualmente se fueron ampliando los privilegios llegando a permitirse la libre transferencia de utilidades y capitales sin ningún tipo de control por parte del Estado.
Hacia 1965 las inversiones de los EE.UU. representaban el 50% de los capitales extranjeros. Atraídos por los privilegios y el mercado creado por la política proteccionista del peronismo, un reducido grupo de grandes corporaciones monopólicas se orientaron a la producción petroquímica, siderúrgica, automotriz y electrónica.
Si bien estas inversiones representaban un aporte positivo en el momento de su ingreso, el giro de utilidades sin ningún tipo de control, crearon un problema en la balanza de pagos. El sector agrario, pese a las repetidas devaluaciones de la moneda para aumentar su competitividad, demostró ser incapaz de producir las divisas necesarias para equilibrar la balanza de pagos. Por otra parte, las exportaciones de productos industriales chocaron con las barreras arancelarias levantadas por Estados Unidos.
Este modelo impulsó la dependencia del sistema productivo argentino que adoptó las pautas de funcionamiento del sistema internacional. La imposición de criterios de eficiencia aceleró la concentración monopólica y las grandes empresas fueron subordinando a las demás. El sistema productivo se dividió entre sectores modernos y eficientes y los sectores antiguos, que no pueden incorporarse a la modernización y quedan cada vez más atrasados. Lo mismo sucede con la mano de obra. Dentro de esta política se estimuló la liquidación de zonas que no eran eficientes, como el Chaco algodonero y el Tucumán azucarero.
La nueva forma de dependencia tecnológica-industrial tiene como protagonista a las empresas multinacionales. Éstas se caracterizan por disponer de vastos recursos financieros, permanente actualización tecnológica que aumenta su productividad y el control de múltiples mercados nacionales en forma simultánea.
El rol de Estado se concentró en inversiones en infraestructura en las zonas de mayor demanda. La realización de obras viales, redes de oleoductos y gasoductos, y la generación de energía eléctrica caracterizan a este período.

Adaptación de ROFMAN, A Y ROMERO L.A,  SISTEMA SOCIOECONÓMICO Y ESTRUCTURAL REGIONAL EN LA ARGENTINA, Amorrou, Bs. As. 1998. P-p 203-243.
ACTIVIDADES:
a)      ¿Por qué causas el año 1953 marca el fin del modelo de sustitución de importaciones?
b)      Justificá la siguiente frase: “El peronismo del ´53 al ´55 cae en una contradicción.”
c)       Identificá los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55.
d)      Explicá en que consiste el “desarrollismo.”
e)      ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas del “desarrollismo”?
f)       Compará la composición de los grupos sociales que impulsan el golpe del ´55 y el del ´66.
g)      Definí las características  y consecuencias del plan de modernización.
h)      ¿Cuál es el rol del Estado durante el período ´55 /”72.
i)        Organizá  una línea de tiempo política del período.
j)        Elaborá, mediante argumentos, un juicio de valor sobre este período de la historia argentina.

INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES

EL MODELO  DE SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES (1930 – 1952)

La crisis económica mundial desorganizó el sistema económico argentino, basado en la exportación de productos agropecuarios. La crisis y la posterior guerra mundial debilitaron los vínculos de dependencia permitiendo a los grupos dominantes una mayor autonomía en la toma de decisiones.
La nueva organización del mercado mundial estuvo marcada por una situación desfavorable para los productos primarios, por la disminución de las inversiones internacionales y la implantación de barreras proteccionistas en los países centrales.
Este proceso de cambios impactó en la economía nacional e impulsó  modificaciones profundas que provocaron el fin del modelo agroexportador y dan lugar a un modelo de “sustitución de importaciones”.
Luego de la crisis se diferencian dos etapas en la estructuración del poder. La primera es conocida como “la década infame” y comienza con el golpe de estado de 1930 hasta el golpe de 1943. La segunda etapa esta signada por el desarrollo del peronismo.
La crisis de 1930 abrió en Argentina un proceso de expansión y desarrollo industrial basado en la sustitución de importaciones. Este proceso no alteró la estructura social argentina, por el contrario, la oligarquía terrateniente, núcleo del sector dominante, se adaptó a las nuevas condiciones y lideró la nueva organización. A diferencia de los procesos de desarrollo europeos, en nuestro país, no se originó un grupo industrial autónomo y enfrentado con el sector terrateniente sino que surgió dentro de éste último.
La respuesta a la crisis mundial por parte de la oligarquía consistió en recuperar el poder político desplazando al radicalismo yrigoyenista que había alcanzado el poder desde la cración de la ley Saenz Peña, por medio de un golpe de estado. La acción de la oligarquía se caracterizó por una activa intervención del estado con el objetivo de salvar el sistema económico en su totalidad.
Como respuesta a un mercado externo que había disminuido sus demandas de productos primarios (con la consiguiente disminución de sus precios internacionales que provocó un deterioro en los intercambios comerciales con los países centrales) el Estado adoptó la política de regular la producción y comercialización de productos agropecuarios mediante la Junta Nacional de Granos y Carnes.
 Su función consistía  en limitar la producción con el fin de sostener los precios de estos productos disminuyendo su oferta en el mercado. El Estado logró, de esta manera, asegurar la renta agraria para los grandes terratenientes arruinando a pequeños hacendados acentuando el proceso de concentración de las tierras.
El problema más grave fue el peso que adquirió el pago de la deuda externa lo cual obligó superar la falta de divisas. Con esta finalidad se procedió a limitar las importaciones; se cerró la caja de conversión, se impusieron controles de cambio y se creó el Banco Central. Este nuevo período estuvo fuertemente influido por la intervención directa del Estado en la economía.
La alianza estratégica entre argentina y Gran Bretaña que había caracterizado al modelo agroexportador se vio perjudicada en esta etapa por barreras proteccionistas, impuestas por esta última, que otorgaban  preferencia a sus dominios para la importación de carnes. El Estado firmó el Pacto Roca- Runciman para obtener la asignación de una cuota en el mercado de carnes inglés a cambio de un trato preferencial de la inversiones inglesas en Argentina que colocó a la Argentina en una situación de semi-colonia.
Este tratado limitaba los beneficios al sector más importante de productores ganaderos, los invernadores (dueños de grandes extensiones donde engordan al ganado), directamente relacionados con los frigoríficos. Los criadores establecidos en las zonas marginales quedaron subordinados a los invernadores. La conducción del Estado, a partir de 1930 quedó subordinada a los invernadores, vinculados al capital financiero internacional radicado en el país. 
El pacto Roca- Runciman fue el primer paso para recuperar el mercado perdido con la crisis mundial. La persistencia de la crisis los impulsó a buscar una alternativa que se ajustara mejor a la nueva situación. La alternativa más conveniente fue el desarrollo de la actividad productiva orientada al mercado interno. Se elaboró un plan de protección y estímulo a la industria local llamado plan de Reactivación industrial, conocido como plan Pinedo, en 1940.
Se estableció un severo control de algunas importaciones tendiente a equilibrar la balanza de pagos y se estimuló el crédito industrial en los proyectos estatales. Sin embargo, la industria tenía un modesto campo de acción y sus capitales se encontraban estrechamente vinculados a los sectores agropecuarios y con los capitales extranjeros. Esto explica los beneficios que obtuvo el grupo dominante estimulando la expansión de ese sector y explica también el desinterés por un crecimiento industrial más amplio.
La industrialización se limitó a abastecer el mercado interno alcanzando un intenso incremento de la producción sobre la capacidad industrial ya existente, y una rápida acumulación de capital gracias al poder del grupo dominante para reducir al mínimo los ingresos del sector obrero. La resistencia del sector obrero se vio limitada tanto por la recesión y el desempleo como por la debilidad de la organización sindical.
Sin embargo, la industrialización aceleró el proceso de migraciones internas que, empujadas por la crisis del sector agrícola, engrosaron la población del Gran Buenos Aires y se incorporaron al sector obrero. Esta situación modificó lentamente el equilibrio logrado por el grupo dominante. La acción sindical de los trabajadores se orientó hacia la obtención de mejores salarios y condiciones de trabajo. La ola de huelgas entre 1939/1942 fue el elemento que movilizó los cambios de la estructura de poder en la etapa siguiente.

La etapa 1943-1952

A partir de 1943 se produce en Argentina una experiencia política conocida como nacionalismo popular. Su rasgo más notable frente a otras experiencias latinoamericanas fue que surge cuando las posibilidades del proceso de sustitución de importaciones ya habían encontrado su límite. El proceso de sustitución de importaciones se acelera a partir de 1940 por causa de la Segunda Guerra Mundial.
El desarrollo industrial que hasta entonces se había limitado a industrias ya instaladas adquirió un nuevo mercado por la guerra: repuestos, metalurgia, etc. Por otra parte, la coyuntura provocada por la guerra creó una nueva demanda de productos agropecuarios, junto al alza de sus precios, produciendo el ingreso de gran cantidad de divisas y saldos comerciales favorables que convirtieron a la Argentina en acreedora de los países centrales.
Del golpe de 1943 surge un grupo militar partidario de una industrialización de base que asegurase la independencia económica de la nación, llevando el proceso de industrialización más allá de los límites impuestos hasta entonces por el sector oligárquico. En torno a este grupo se aglutinó un sector de industriales autónomos de la antigua fracción terrateniente y el sector obrero.
El movimiento peronista se presentó como una alianza entre los sectores más nuevos y pujantes de la burguesía industrial y la clase obrera, organizada y amparada por el Estado. Este ofició de árbitro entre las tensiones que se generaban en el desarrollo de ambos grupos. Sin embargo, nunca intentó afectar el interés, ni el fundamento del poder de los grandes terratenientes: las tierras.
Una parte de las políticas básicas del peronismo fue la distribución de los ingresos con el fin de ampliar el mercado interno impulsando la industria de los bienes durables. La mayor demanda de productos de consumo orientó a volcar los esfuerzos económicos hacia ese tipo de industrias abandonando el proyecto industrializador, de base en la industria pesada, del ejército. Este tipo de política económica sólo era sostenible en tanto y en cuanto fueran compatibles las variables de acumulación y la redistribución de los ingresos.
El proyecto industrial por sustitución de importaciones que correspondió a la década del treinta y que fue retomado por el peronismo, tendía a beneficiar a las industrias de consumo que se beneficiaban con medidas de protección y estímulo. En un principio fue la industria textil que era fácil de desarrollar, pues se poseían las materias primas e incorporaba a una gran cantidad de mano de obra. La Segunda Guerra mundial extendió la ampliación de las ramas industriales que abastecían al mercado interno. Este proceso concentró el interés del Estado y paralizó los intentos de desarrollo de las inversiones en la producción de bienes de capital.
La nueva orientación del proceso de sustitución de importaciones creó una estructura de coexistencia entre grandes empresas de tipo semimonopólicas con alta concentración y una gran cantidad de pequeñas empresas. La expansión de esta segunda etapa estuvo signada por la utilización intensiva de la capacidad instalada, siendo escasa las inversiones en mejoras tecnológicas generando una dependencia de su subsistencia asociada a la protección estatal. El resultado fue un estancamiento del desarrollo industrial a partir de 1947.
La sustitución de importaciones, al no modificar profundamente las estructuras de producción argentinas, pronto alcanzó sus límites. Esta situación derivó pronto en una mayor dependencia con el exterior de donde  provenían los insumos industriales necesarios para abastecer a las industrias productoras de bienes de consumo. La agricultura y la ganadería fueron incapaces de producir las divisas necesarias para adquirir estos bienes de capital.

Adaptación de ROFMAN, A Y ROMERO L.A,  SISTEMA SOCIOECONÓMICO Y ESTRUCTURAL REGIONAL EN LA ARGENTINA, Amorrou, Bs. As. 1998. P-p 109-202

ACTIVIDADES:

1) Describí el contexto mundial en el que se desarrolla este período desde 1930 hasta 1952?
2) ¿Qué estrategia utiliza el sector terrateniente para recuperar el control político del Estado?
3) ¿Por qué se diferencias dos etapas dentro del proceso de conformación del modelo de sustitución de importaciones?
4) ¿Cómo evoluciona la conformación del grupo dominante en las fases de este modelo?
5) ¿Cómo evoluciona el rol del Estado en estas etapas?
6) ¿En qué aspectos repercuten las migraciones internas sobre la organización del movimiento obrero?
7) ¿Cuáles son los límites de las dos etapas de este modelo?
8) Realizá un cuadro comparativo donde se expresen las diferencias entre las dos etapas del modelo de sustitución de importaciones. Oganizálo de acuerdo a las siguientes categorías: Contexto internacional- Grupos dominantes – Rol del Estado - situación de la clase trabajadora – actividades económicas-
9) Anailizá el cuadro de la segunda fase del modelo y explicá que sucede con la balanza comercial en este período.


jueves, 6 de septiembre de 2012

GOLPE DE ESTADO DE 1930


Ver anterior: LA REFORMA UNIVERSITARIA 

En 1928, Yrigoyen fue reelecto Presidente, pero su segundo gobierno se desarrolló dentro de un panorama económico internacional muy complicado, por la profunda crisis desatada en 1929 y por la creciente oposición interna (representada por los terratenientes, las empresas extranjeras dedicadas a la explotación del petróleo,  los periódicos (Crítica, La Nación y La Prensa, entre otros), y el ejército) , resentida con Yrigoyen por la arbitrariedad con que otorgaba los ascensos y las partidas presupuestarias.

Desatada la crisis económica internacional de 1929, el gobierno nacional actúo con lentitud para remediar el impacto interno. Los ingresos de la aduana disminuyeron a causa de la caída del comercio internacional, numerosas empresas y comercios quebraron, el peso perdió valor con la consecuencia baja de los salarios y aumentos de la desocupación.

Todos los factores mencionados se juntaron y los terratenientes y exportadores buscaron el apoyo de los sectores descontentos del ejército, culminando el 6 de setiembre de 1930 con un golpe militar encabezado por Agustín P. Justo y José F. Uriburu, que derrotó al gobierno de Yrigoyen, y la oligarquía terrateniente retomó el control del Estado.

Ver siguiente: INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.

RADICALISMO: POLÍTICA SOCIAL

Ver anterior: LAS PRESIDENCIAS RADICALES

 Con la llegada del radicalismo se produce un cambio de los grupos políticos dirigentes con respecto a las clases populares. Hasta aquí las demandas de mejoras de la clase obrera habían sido respondidas con represión y deportación de los dirigentes obreros extranjeros. Dentro del nuevo marco político, el Estado, va asumir otro rol que tiene que ver con la tolerancia, el arbitraje y conciliación de los conflictos aunque no faltó la represión como respuesta.
Un ejemplo de arbitraje se produce ante la Huelga de la Federación de Obreros Marítimos que estalla el 20 de noviembre de 1916, se consigue que el gobierno actúe de árbitro entre los trabajadores y los patrones, lográndose mejoras para los primeros.La tolerancia y el apoyo a los obreros puede verse, también, en la huelga de los ferroviarios de setiembre de 1917. Los ferroviarios pedían la derogación de un artículo de la ley de jubilaciones, ante lo que los patrones piden al gobierno que envíe tropas para reprimir. La respuesta fue un decreto del gobierno anulando el polémico artículo y un aumento general de sueldos y salarios, aunque la represión armada también existió y cobró varias vidas.
La tolerancia va abriendo camino hacia la represión que es muy dura entre los años 1918 y 1921. De esta fecha son los más tristes y lamentables hechos represivos, como fueron los de la "semana trágica" en 1919, los de las huelgas agrarias también en 1919 y los de Patagonia en 1921.
La "semana trágica" comenzó con una huelga de los obreros de los talleres Metalúrgicos Vasena que generó tiroteos entre policías bomberos contra los obreros y vecinos del lugar. Al ir a sepultar los restos de los fallecidos, la multitud que acompañaba el cortejo fúnebre es atacada por efectivos policiales, nuevamente hay muertos y heridos. La Central Obrera declara la huelga general y se paraliza casi todo el país. El General Dellepiane ingresa en la capital con las tropas de campo de mayo, el gobierno pierde el control de la situación que queda en manos de Dellepiane, quien reprime y logra restablecer el orden.
También en 1919 se inició una huelga campesina encabezada por los arrendatarios que en poco tiempo abarcó toda la zona pampeana, la primer respuesta del gobierno fue la represión (que no alcanzó las características sangrientas de la anterior), aunque luego se elevó un proyecto de la ley al Congreso que no modificaba en esencia los contratos de arrendamientos, aunque los retocaba.
En la Patagonia los peones rurales comienzan una huelga solicitando mejoras en las condiciones de vida, lo que produjo una represión durísima por parte del ejército, donde docenas de peones fueron perseguidos, torturados y fusilados.
En cuanto a la legislación obrera se introdujeron algunas innovaciones importantes como leyes nacionales, que serían la base para legislación posterior: se reglamentó el trabajo a domicilio, se estableció las condiciones de trabajos a las que podían ser sometidos los niños, se prohibió el trabajo nocturno en las panaderías y se limitó la jornada laboral a 8 horas diarias y 48 semanales.

Ver siguiente: LA REFORMA UNIVERSITARIA.



miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA REPÚBLICA RADICAL (1916-1930)


Ver anterior: LA LEY SAENZ PEÑA, 1912.

1916-1930 LA REPUBLICA RADICAL

Los sectores sociales que llegaron al poder con el triunfo del radicalismo eran muy diferentes a la generación del 80. El radicalismo, que en sus comienzos expresaba las aspiraciones de los sectores populares criollos apartados de la vida pública por la oligarquía, había luego acogido también a los hijos de inmigrantes que aspiraban a integrarse en la sociedad, abandonando la posición marginal de sus padres. Así adquiría trascendencia política el fenómeno social del ascenso económico de las familias de origen inmigrante que habían educado a sus hijos.

Las profesiones liberales, el comercio y la producción fueron instrumentos eficaces de ascenso social, y entre los que ascendieron se reclutaron los nuevos dirigentes políticos del radicalismo. Deseaban seguir conquistando prestigio social a través del acceso a los cargos públicos, preocupación que en muchos casos era mayor que la de servir a los intereses colectivos.

Yrigoyen llegó al poder en 1916 como indiscutido jefe de un partido que había intentado repetidas veces acabar con el "régimen" conservador por el camino de la revolución. Yrigoyen representaba "la causa", que entrañaba la misión de purificar la vida argentina. Pero, triunfante en las elecciones, Yrigoyen aceptó la herencia  del conservadorismo: los gobiernos provinciales, el parlamento, la justicia y, sobre todo, la estructura económica en el que basaba la vieja oligarquía. Sin duda, le faltó audacia para emprender una revolución desde la presidencia; pero no es menos cierto que su partido estaba constituido por grupos  marginales que aspiraban más a incorporarse a la situación establecida que a modificarla. Lo cierto es que el cambio político y social que pareció traer consigo el triunfo del radicalismo quedó frustrado por la pasividad del gobierno frente al orden constituido. 

Frente a la dispersión de los grupos conservadores, el Partido Radical tenía una fuerte organización. Se iniciaba en los locales partidarios o comités distribuidos por todos los barrios, a través de los cuales hacían conocer sus propuestas los electores. A su vez, los comités dependían de organismos centralizados que permitían la unidad y la coherencia en la toma de decisiones. Para mantener la solidez del radicalismo, Yrigoyen fomentó el sistema de patronazgo sostenido por los dirigentes locales, llamados “caudillos” o “punteros”, que, a cambio de algunos favores esperaban el agradecimiento en forma de votos. Pese a toda esta organización, en el partido no faltaron problemas: en cada provincia abundaban grupos internos que luchaban por alcanzar el control del aparato partidario. 

Como imitaciones de la gran figura del caudillo nacional, comenzaron a aparecer en diversas provincias caudillos locales populares que dieron a la política un aire nuevo. José Néstor Lencinas en Mendoza o Federico Cantoni en San Juan fueron los ejemplos más señalados, pero no sólo aparecieron en el ámbito provincial, sino que aparecieron también en cada departamento o partido y en cada ciudad. El caudillo era un personaje de nuevo cuño, antiguo y moderno a un tiempo, primitivo o civilizado según su auditorio, demagógico o autoritario según las ocasiones; pero, sobre todo, era el que poseía influencia popular suficiente como para triunfar en las elecciones ejerciendo, como Yrigoyen, una protección paternal sobre sus adictos. 

A diferencia de los políticos conservadores, un poco ensoberbecidos y distantes, el caudillo radical se preocupaba por el mantenimiento permanente de esta relación personal, de la que dependía su fuerza, y recurría al gesto premeditado de regalar su reloj o su propio abrigo cuando, se encontraba con un partidario necesitado, a quien además ofrecía un vaso de vino en cualquier cantina cercana, o se ocupaba de proveer médico y medicinas al correligionario enfermo, a cuya mujer entregaba después de la visita un billete acompañado de un protector abrazo. Y cuando llegaban las campañas electorales, ejercitaba una dialéctica florida llena de halagos para los sentimientos populares y rica en promesas para un futuro que no tardaría en llegar.

Fueron los caudillos o sus protegidos quienes llegaron a las magistraturas y a las bancas parlamentarias en los procesos electorales que siguieron a la elección presidencial de 1916, algunos todavía pertenecientes a familias tradicionales, pero muchos ya nacidos de familias de origen inmigrante. Pero a pesar de eso la estructura económica del país quedó intacta, fundada en el latifundio y en el frigorífico y el gobierno radical se abstuvo de modificar el régimen de la producción y la situación de las clases no poseedoras. 

La política económica radical no fue más que una continuación de lo actuado en el período anterior. La economía siguió basada en la producción primaria  agroexportadora. Empero, los precios del mercado internacional, aunque muy lentamente, comenzaron a bajar desde 1914 y los productos manufacturados que el país importaba empezaron a costar más en relación con el precio de los cereales. Así se fue creando una situación cada vez más difícil que condujo a una crisis general de la economía cuyas manifestaciones se hicieron visibles en 1929, al compás de la crisis mundial.

Una industria relativamente poco desarrollada, que había crecido durante la primera guerra mundial pero que se comprimió luego, una organización fiscal que obtenía casi todos sus recursos a través de los derechos aduaneros, y un presupuesto casi normalmente deficitario caracterizaron en otros aspectos la economía argentina durante la era radical.

Por el contrario, ciertos principios básicos acerca de la soberanía nacional, caídos en desuso, fueron   retomados por el radicalismo. Donde no había situaciones creadas, como en el caso del petróleo, Yrigoyen defendió enérgicamente el patrimonio del país. Durante el primer gobierno de Yrigoyen se creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F) para impulsar la explotación del petróleo. Cuando Alvear asumió a la presidencia designó al Coronel Mosconi al frente de Y.P.F, quién logró darle un fuerte impulso con el objeto de lograr el autoabastecimiento y a eliminar la competencia privada.


ACTIVIDAD:
1) Identificá el grupo social, y cuales eran sus objetivos, que impulsa al radicalismo.
2) Describí la figura del "caudillo" y las formas en que se relacionaba con los votantes.
3) Explicá como se desarrolla la política económica de las presidencias radicales.
4) ¿ Cómo describirías la relación del radicalsimo con el movimiento obrero y por qué?

jueves, 5 de julio de 2012

LA REPÚBLICA CONSERVADORA 1880-1916

Ver anterior: LA REPÚBLICA LIBERAL 1862-1880

1880 – 1916  LA REPUBLICA CONSERVADORA

Desde la segunda mitad del siglo XIX, los países europeos industrializados comenzaron a demandar productos agropecuarios, cuyo traslado se vio abaratado por los avances de los medios de transporte. Así se produjo una distribución del papel que cada economía cumpliría en el comercio internacional: algunos países se harían cargo de la producción industrial, mientras que otros se especializarían en las materias primas. A esta distribución se la denominó división internacional del trabajo.

Esta división fue sustentada por el liberalismo, doctrina económico- política que se impuso en Europa a partir de mediados del siglo XIX. Entre otras cosas, la economía liberal proponía la supresión de las trabas aduaneras del comercio internacional. La decisión política de comerciar libremente los productos posibilitó la división internacional del trabajo.

Argentina se insertó entre los países proveedores de materias primas y receptor de capitales, manufacturas e inmigración. En ciclos sucesivos nuestro país produjo y exportó: lana, trigo, carne y cereales. Por esta razón hablamos de un modelo agroexportador, cuyo desarrollo se produce entre 1850 y 1880, y vive su apogeo entre 1880 y 1914. Para sustentar este modelo, fueron necesarias obras de infraestructura, mano de obra e insumos industriales. Y al mismo tiempo, era necesaria una figura política con la fuerza suficiente para imponer desde el gobierno los intereses de los grandes terratenientes.

Así, en 1880, el Colegio Electoral impuso a Julio Argentino Roca como presidente de la Nación. Roca poseía una larga trayectoria como militar, habiendo participado de la represión de las rebeliones producidas en el interior del país, en la Guerra del Paraguay, y había conducido la “Campaña del desierto”, en la que se sometió a los pueblos originarios del sur de La Pampa y de la Patagonia.

Roca dejó el camino allanado para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas. Un total de diez millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el Estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras. El excedente obtenido, en lotes de a 40.000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos.

"Las tierras que aún quedaban en manos del Estados fueron utilizadas, en 1885, para cancelar las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, pero tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo y terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno.
 Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata", Fernando Del Corro.

Roca llegó a la presidencia representando al Partido Autonomista Nacional (P.A.N.), donde se nucleaban las clases dirigentes de las provincias del interior del país, quienes se encontraban enfrentados con los representantes de los intereses de la provincia de Buenos Aires. A partir de su ascenso al poder, las minorías dominantes dieron por terminadas sus disputas internas y aceptaron el plan que el presidente consignó en dos palabras: “Paz y administración”. 

Así evitaron los conflictos políticos mediante prudentes arreglos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada. Muy pronto las minorías adquirieron el aire de una oligarquía preocupada sólo por sus intereses y privilegios. A medida que el número de inmigrantes crecía, la oligarquía estrechaba sus filas.

El régimen conservador dispuso de una serie de mecanismos a través de los cuales garantizaba su permanencia en el poder y su funcionamiento. Le otorgó suma importancia al control de la sucesión política (presidente, gobernadores y senadores) cuyo fin era impedir que alguno de esos cargos fuera ocupado por miembros de sectores opositores. El control del colegio Electoral y el fraude fueron los mecanismos  utilizados para garantizar esa continuidad.  El voto “cantado” daba lugar a la intimidación y la violencia en los comicios,  y aseguraba los resultados deseados por el partido dominante.

LAS LEYES LAICAS

El gobierno resolvió encarar transformaciones en el ámbito institucional, tomando como modelo a los países europeos liberales. Esto generó apasionados y violentos debates. En 1884 se aprueba la ley de creación del Registro Civil, por la cual se encomendaba al Estado el registro de las personas, confiado antes a la institución eclesiástica. 

Ese mismo año, se promulgó la Ley de Educación Común, que establecía que la educación primaria era obligatoria, laica y gratuita. Esto posibilitó la alfabetización de miles de niños, incluyendo a los hijos de inmigrantes. A la vez, su carácter de laica implicaba la imposibilidad de impartir educación religiosa en la escuela pública. Un año más tarde se consagró la Ley de Educación Superior, garantizando la autonomía universitaria frente al poder estatal. Unos años después se estableció el matrimonio civil, con lo que el proceso de renovación institucional quedaba concluido.

Lógicamente que estas medidas, siguiendo los preceptos del liberalismo, propiciaron la separación de la Iglesia y el Estado; situación que provocaría la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano por algún tiempo. Por otro lado, le aseguraba al gobierno un centralismo administrativo que el Estado debía garantizar. Pero también quedaron desde entonces divididas las clases tradicionales en sectores ideológicos: liberales por un lado, y católicos por otro.  

Ver siguiente: EL MODELO AGRO EXPORTADOR

martes, 26 de junio de 2012

LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO 1856-1880

Ver anterior: LA DEMOCRACIA EN EL SIGLO XIX 

LA ORGANIZACIÓN NACIONAL ARGENTINA
BATALLA DE CASEROS

Hacia mediados del siglo XIX, la consolidación del capitalismo en Europa occidental, la estructuración de un mercado mundial y la división del trabajo ofrecían perspectivas favorables para que nuestro país se insertara en este nuevo modelo de organización mundial que proponían las economías industriales.

La creencia en la idea de un progreso indefinido que corregiría todas las contradicciones presentadas en la organización social y política de los nuevos estados incorporados al capitalismo se sostenía sobre dos bases: orden y progreso. El desafío planteado en nuestro país consistía en la implementación de un programa de modernización del Estado para establecer un poder centralizado capaz de controlar la política y la economía, así como también desarrollar un sentimiento compartido de nación entre sus habitantes.

Esta posibilidad de organizar un estado centralizado hacía necesario someter las voluntades de los grupos dominantes durante la etapa posterior a la independencia, avanzando sobre las libertades de las jurisdicciones locales. En este sentido los principales esfuerzos de la consolidación del Estado se concentraron en la organización de una estructura militar que monopolizara el uso de la fuerza; y de una organización del sistema de impuestos que permitiera sostener los gastos de la nueva estructura política.

Con este fin se organiza el ejército, la corte de justicia, el banco nacional, la emisión de papel moneda, la administración de aduanas y la contaduría general de la nación. Dentro de esta organización se hizo necesario unificar el derecho mediante la creación de códigos civiles, penales y comerciales. Para la difusión de estos nuevos marcos de legalidad se impulsó la educación pública y gratuita.

La modernización del estado hizo necesaria la utilización de los nuevos avances tecnológicos que permitieran articular estas acciones por medio de la instalación de telégrafos y ferrocarriles. La modernización hacía necesaria la incorporación de nuevos territorios donde extender este sistema de dominación para lo cual se procedió a ampliar las fronteras de la civilización mediante el exterminio de las poblaciones nativas para incorporar sus territorios a las áreas de producción orientadas a la nueva organización y división internacional del trabajo.

Esta avanzada, concretada en 1880 sobre las tierras marginales, y el control de las antiguas áreas mediante el sofocamiento de los alzamientos organizados por los líderes de las provincias que quedaban excluidas del nuevo orden, permitieron la consolidación del gobierno nacional.




La presidencia de Bartolomé Mitre

Mitre, al asumir la presidencia en octubre de 1862, se encontró con un obstáculo: el problema de la residencia de las autoridades nacionales. La solución la encontró mediante la “Ley de compromiso” que establecía que los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital de la república.

Durante el debate de esta ley quedaron expuestas dos tendencias del liberalismo porteño: Los mitristas o nacionalistas que pretendían que se nacionalizara la ciudad y la aduana; y por otra parte, los autonomistas que pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires. Ambos partidos pertenecían a la misma clase social y su objetivo era la toma del poder para controlar el aparato estatal.

El gobierno nacional fue imponiéndose por medio del ejército sobre el poder de las provincias centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión de moneda, la educación y el poder represivo. Mitre encargó a un grupo de juristas la redacción de un código civil y de comercio para la nación y creó la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores. Se crearon catorce colegios nacionales, uno para cada provincia, con el fin de unificar ideológicamente a todos los territorios. Para financiar estas reformas creó un aparato recaudador nacional mediante el cual poder extraer recursos de la sociedad de una manera organizada y previsible.

La guerra del Paraguay

Durante la presidencia de Mitre comenzó la guerra del Paraguay que enfrentó a la triple alianza (Uruguay, Argentina y Brasil) contra Paraguay. Esta se prolongó entre 1865 y 1870, su causa respondía a los intereses británicos de proveerse de algodón para sus industrias y acabar con el modelo autónomo de desarrollo del Paraguay.

El Paraguay era la única nación que no tenía deuda pública y poseía sus propios astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles, líneas telegráficas y fabricación de armamento. La mayor parte de las tierras pertenecían al Estado y además poseía el monopolio del comercio exterior.

La declaración de la guerra fue muy impopular en el interior de nuestro país ya que Paraguay era considerada una república hermana, esto provocó el levantamiento de algunas provincias que fueron sofocados por el gobierno nacional. Sin embargo, la guerra se prolongó durante cinco años y costó al país cuantiosas sumas de dinero y 50 mil muertos.

En 1870, durante la presidencia de Sarmiento los aliados tomaron Asunción poniendo fin a la guerra. Paraguay había quedado destrozada, su población fue diezmada y el territorio arrasado. El general Mitre declaró:

“En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (…) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado.”

Finalizada la guerra, Brasil saqueó Asunción, instaló un gobierno adicto y se apropio de una gran porción del territorio paraguayo. En tanto que el regreso de las tropas trajo consigo, en 1871,  una terrible epidemia de fiebre amarilla. La peste dejó como saldo 13 mil muertos y provocó el traslado de las familias oligárquicas, que abandonaron sus casonas de la zona sur, hacia la zona norte de la ciudad.

La presidencia de Sarmiento

Domingo Faustino Sarmiento asume la presidencia el 12 de octubre de 1868 con el apoyo de Mitre, su obra estuvo orientada a “civilizar” a la nación. Con este objetivo triplicó el número de alumnos, fundó ochocientas escuelas y creó las escuelas normales de formación de docentes. Veía en esta tarea la garantía para transmitir los valores tradicionales, el culto a la obediencia, el respeto a la autoridad y la unificación del pensamiento. Completó su labor educativa la creación del Colegio Militar y de la Escuela Naval.
Sarmiento comprendió la necesidad de establecer un sistema nacional de comunicaciones y para ello se tendieron cinco mil kilómetros de cables telegráficos y se inauguró la primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó por extender las líneas férreas. La red ferroviaria fue construida por empresas inglesas a las que se les concedía grandes beneficios. El trazado de las líneas se realizó en abanico, sin conexión entre las regiones, hacia el puerto de Buenos Aires según el interés de los británicos para poder exportar la producción local hacia Londres.

Durante su gobierno se intentó la fundación de colonias de agricultores, sin embargo, no pudo concretar esta obra por la oposición de los terratenientes porteños. El poder de la oligarquía terrateniente fue aumentando en la medida que el Estado se consolidaba. La clase dirigente argentina había tomado el hábito de solicitar préstamos de divisas al exterior. Esto generaba una sensación falsa de prosperidad.

En 1873 se produjo una crisis económica en los países centrales por lo cual suspendieron los créditos e inversiones e hicieron disminuir el precio de nuestras materias primas. Sus consecuencias fueron quiebras de empresas, devaluación de la moneda, reducción de los salarios de los empleados públicos, disminución de la inmigración y desocupación.

Su obra de gobierno incluyó la organización de la contaduría nacional y el Boletín Oficial, que permitía a la población en general conocer las cuentas oficiales y los actos de gobierno, creó el primer servicio de tranvías a caballo y diseño los jardines botánico y Zoológico.

La presidencia de Avellaneda

En 1874 fue electo el tucumano Nicolás Avellaneda, el mitrismo, derrotado en las elecciones fracasó en su intento de dar un golpe de Estado. Concluida la revuelta Avellaneda incorporó a su gabinete a miembros de la oposición mitrista como forma de conciliación.
NICOLÁS AVELLANEDA

En 1876 se promulgó la “ley de inmigración” que prometía tierras y trabajo para los campesinos europeos que se asentaran en nuestro país. La necesidad de poblar nuestro territorio se convirtió en política de Estado dando como resultado un aumento importante de la población.

Avellaneda sufrió los efectos perdurables de la crisis económica y aplicó medidas extremas: disminución del presupuesto público, suspensión de la convertibilidad del papel moneda a oro, rebaja de sueldos y despidos de empleados públicos. A partir de 1876 llegaron al país los primeros barcos frigoríficos aumentando las posibilidades de exportación de nuestro país e incrementaba el valor del ganado.

Al finalizar su presidencia, Avellaneda envió al parlamento un proyecto de federalización de Buenos Aires. El proyecto provocó la reacción del gobernador, Carlos Tejedor, quien se sublevó contra las autoridades nacionales, Entre tanto se llevaron a cabo las elecciones nacionales que dieron el triunfo a la fórmula Roca- Madero, partidarios de la federalización.

La ciudad fue sitiada y Tejedor debió renunciar. Finalmente, en agosto de 1880, la legislatura de nacional disolvió a la legislatura bonaerense y sancionó la Ley de Federalización de la ciudad de Buenos Aires. La ciudad fue declarada Capital Federal de la República Argentina.

Adaptación del texto: PIGNA, Felipe (Coord.), Historia, La Argentina Contemporánea, Ed. A-Z, Bs. As., 2007.


ACTIVIDADES:

a)      Organizá en una línea de tiempo las presidencias del periodo de formación del Estado nacional
b)      Sintetizá la labor de gobierno de cada una de ellas
c)      Organizá en un cuadro las acciones llevadas adelante para la consolidación del estado nacional según sean sociales, políticas, económicas, judiciales, militares

vVer siguiente: LA REPÚBLICA CONSERVADORA