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domingo, 2 de septiembre de 2012

LA GENERACIÓN DEL ´80

Ver anterior: EL MODELO AGROEXPORTADOR

A partir de la presidencia de Roca fue ganando importancia un grupo de hombres, identificados posteriormente como la Generación del 80. Este grupo le dio contenido ideológico y político a esta época de la historia argentina, llena de transformaciones en todos los sentidos.

Eduardo Wilde, Lucio V. Mansilla, Miguel Cané (h), Eugenio Cambaceres, entre otros, fueron protagonistas - desde el gobierno, el libro o el periodismo -  de una labor que dejó en claro un modelo de país agroexportador, estrechamente vinculado al mercado inglés y permeable a la inmigración.

Liberales-conservadores, creían que el manejo de los asuntos políticos se reservaba a una elite, a una minoría poseedora del saber y de la riqueza. Para poder entenderlos, cabe destacar el siguiente ejemplo. Cuando a Eduardo Wilde le preguntaron qué opinaba del sufragio universal, respondió que "es el triunfo de la ignorancia universal".

Hubo entre los hombres de la generación del 80 espíritus religiosos y no religiosos, predominaron y ejercieron mayor influencia estos últimos. El amor a la riqueza y el orgullo de sentirse aristócratas decoró a la modesta Buenos Aires con las infinitas vanidades que movían a las burguesías ricas de Londres o Paris. La construcción del edificio del teatro Colón, proyectado por el gobierno de Juárez Celman, simbolizó las preocupaciones por el goce estético  en el más alto nivel de lujo.
TEATRO COLÓN INAUGURADO EL 25 DE MAYO DE 1908

Herederos de padres ilustres, creyeron merecer no sólo el prestigio que rápidamente conquistaron, sino también la dirección política del país. Quizá fuera por eso que sus integrantes supusieron que pertenecían a una clase superior de aquella formada por los que buscaban la riqueza por medio del trabajo. Poco a poco, se sintieron los elegidos; fueron los aristócratas, en una sociedad donde comenzaban a diferenciarse profundamente las clases económicas.

Esta generación fue un fenómeno cultural trascendente, fruto de la política educacional liberal. Sus hombres oscilaban en los 30 años de edad  y se formaron en los Colegios Nacionales, lo que les permitió pertenecer a los grupos privilegiados convirtiéndose en ilustrados a la europea y aptos para integrarse a la política, a la burocracia y al ejercicio de las profesiones liberales ocupando los mejores cargos.

POSITIVISMO: CIENCIA Y EDUCACIÓN
Sin trabas morales para sus ambiciones dejaron de lado los principios éticos de sus antecesores y las costumbres tradicionales, creando un nuevo estilo de vida. Aprovecharon los empréstitos, los juegos de la Bolsa, el hipódromo y los naipes que se hicieron sus costumbres y le otorgaron dinero fácil que les permitió acceder al despilfarro, a las viviendas más suntuosas, a la vestimenta europea y gozar de todos los lujos.

El positivismo fue su filosofía: orden y progreso. Progreso significó crecimiento y modernización.Tenían la firme creencia en que los avances de la ciencia traerían consigo el progreso sin fin. Orden consistía en crear las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la proyección del progreso sin pausa.

Con ellos comenzó la corrupción, un fenómeno nuevo en el país, salvo algunos pocos casos anteriores. Esta generación fue ajena al sentir nacional, inescrupulosa, dilapidó la riqueza de la Nación empobreciendo al país y exaltando como únicos valores culturales los propios de Europa, logrando también imponer en el país el respeto sagrado al capital extranjero.

EL PROYECTO DE LA GENERACIÓN DEL 80

El proyecto de la Generación del ochenta fue reordenar y modificar desde sus bases la sociedad argentina. Una generación de ideas liberales, europeísta, ansiosa por dejar atrás un pasado "bárbaro" y que, sin embargo, no pudo romper con al antigua base de la economía, la tierra.

Este proyecto se orientó sobre los siguientes objetivos: La federalización de Buenos Aires; La Campaña al Desierto y; La consolidación del Estado nacional y la inserción en la economía capitalista mundial como productores de materias primas.
JULIO ARGENTINO ROCA Y BARTOLOMÉ MITRE
El Presidente que inició este período fue Julio A. Roca, quien movió los hilos políticos del país: era un conservador pragmático, hábil y astuto. La fuerza electoral y la base política de esta generación, hábilmente manejada por Roca, fue el P.A.N. (Partido Autonomista Nacional) que era una alianza de dirigentes de todo el país cuya estrategia consistió en equilibrar las fuerzas del interior frente al avance del porteñismo.

A Roca y sus sucesores les interesaba legitimar el poder e imponer la pacificación. Se necesitaba un Estado director y gestor de la legislación transformadora, en todos los órdenes. Se impone una laicización del Estado: ley de Registro Civil, Matrimonio Civil y de Enseñanza laica (ley 1420), creación de tribunales de la capital, código de procedimiento en lo civil, Banco Hipotecario Nacional, organización de los territorios nacionales, ley de la consolidación de la deuda pública.

Se impone el oficialismo y el Estado es quien reparte cargos formando a su alrededor una especie de clientela política. En consecuencia, el sostén del P.A.N. se basaba en la corrupción electoral (fraude y falsificación del voto). El P.A.N.retuvo por estos medios el poder desde 1880 hasta 1916.

Ver siguiente: LA GRAN INMIGRACIÓN

jueves, 5 de julio de 2012

LA REPÚBLICA CONSERVADORA 1880-1916

Ver anterior: LA REPÚBLICA LIBERAL 1862-1880

1880 – 1916  LA REPUBLICA CONSERVADORA

Desde la segunda mitad del siglo XIX, los países europeos industrializados comenzaron a demandar productos agropecuarios, cuyo traslado se vio abaratado por los avances de los medios de transporte. Así se produjo una distribución del papel que cada economía cumpliría en el comercio internacional: algunos países se harían cargo de la producción industrial, mientras que otros se especializarían en las materias primas. A esta distribución se la denominó división internacional del trabajo.

Esta división fue sustentada por el liberalismo, doctrina económico- política que se impuso en Europa a partir de mediados del siglo XIX. Entre otras cosas, la economía liberal proponía la supresión de las trabas aduaneras del comercio internacional. La decisión política de comerciar libremente los productos posibilitó la división internacional del trabajo.

Argentina se insertó entre los países proveedores de materias primas y receptor de capitales, manufacturas e inmigración. En ciclos sucesivos nuestro país produjo y exportó: lana, trigo, carne y cereales. Por esta razón hablamos de un modelo agroexportador, cuyo desarrollo se produce entre 1850 y 1880, y vive su apogeo entre 1880 y 1914. Para sustentar este modelo, fueron necesarias obras de infraestructura, mano de obra e insumos industriales. Y al mismo tiempo, era necesaria una figura política con la fuerza suficiente para imponer desde el gobierno los intereses de los grandes terratenientes.

Así, en 1880, el Colegio Electoral impuso a Julio Argentino Roca como presidente de la Nación. Roca poseía una larga trayectoria como militar, habiendo participado de la represión de las rebeliones producidas en el interior del país, en la Guerra del Paraguay, y había conducido la “Campaña del desierto”, en la que se sometió a los pueblos originarios del sur de La Pampa y de la Patagonia.

Roca dejó el camino allanado para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas. Un total de diez millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el Estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras. El excedente obtenido, en lotes de a 40.000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos.

"Las tierras que aún quedaban en manos del Estados fueron utilizadas, en 1885, para cancelar las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, pero tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo y terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno.
 Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata", Fernando Del Corro.

Roca llegó a la presidencia representando al Partido Autonomista Nacional (P.A.N.), donde se nucleaban las clases dirigentes de las provincias del interior del país, quienes se encontraban enfrentados con los representantes de los intereses de la provincia de Buenos Aires. A partir de su ascenso al poder, las minorías dominantes dieron por terminadas sus disputas internas y aceptaron el plan que el presidente consignó en dos palabras: “Paz y administración”. 

Así evitaron los conflictos políticos mediante prudentes arreglos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada. Muy pronto las minorías adquirieron el aire de una oligarquía preocupada sólo por sus intereses y privilegios. A medida que el número de inmigrantes crecía, la oligarquía estrechaba sus filas.

El régimen conservador dispuso de una serie de mecanismos a través de los cuales garantizaba su permanencia en el poder y su funcionamiento. Le otorgó suma importancia al control de la sucesión política (presidente, gobernadores y senadores) cuyo fin era impedir que alguno de esos cargos fuera ocupado por miembros de sectores opositores. El control del colegio Electoral y el fraude fueron los mecanismos  utilizados para garantizar esa continuidad.  El voto “cantado” daba lugar a la intimidación y la violencia en los comicios,  y aseguraba los resultados deseados por el partido dominante.

LAS LEYES LAICAS

El gobierno resolvió encarar transformaciones en el ámbito institucional, tomando como modelo a los países europeos liberales. Esto generó apasionados y violentos debates. En 1884 se aprueba la ley de creación del Registro Civil, por la cual se encomendaba al Estado el registro de las personas, confiado antes a la institución eclesiástica. 

Ese mismo año, se promulgó la Ley de Educación Común, que establecía que la educación primaria era obligatoria, laica y gratuita. Esto posibilitó la alfabetización de miles de niños, incluyendo a los hijos de inmigrantes. A la vez, su carácter de laica implicaba la imposibilidad de impartir educación religiosa en la escuela pública. Un año más tarde se consagró la Ley de Educación Superior, garantizando la autonomía universitaria frente al poder estatal. Unos años después se estableció el matrimonio civil, con lo que el proceso de renovación institucional quedaba concluido.

Lógicamente que estas medidas, siguiendo los preceptos del liberalismo, propiciaron la separación de la Iglesia y el Estado; situación que provocaría la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano por algún tiempo. Por otro lado, le aseguraba al gobierno un centralismo administrativo que el Estado debía garantizar. Pero también quedaron desde entonces divididas las clases tradicionales en sectores ideológicos: liberales por un lado, y católicos por otro.  

Ver siguiente: EL MODELO AGRO EXPORTADOR