Ver anterior: LA REPÚBLICA CONSERVADORA
LA CONSOLIDACION DEL
MODELO ECONÓMICO
En la segunda mitad del siglo XIX, a partir
del ciclo de exportación de lanas comenzó a formarse en nuestro país una
economía capitalista, que se iría desarrollando en las décadas siguientes. Así,
gran parte de la tierra que estaba en manos del Estado pasó a manos del sector
privado. Allí se establecieron las estancias de crías de ovinos, quedando la
producción en manos de una clase de terratenientes.
Por otro lado, en el
extremo opuesto de la escala social, comenzó a crecer la demanda de mano de
obra, formándose un mercado de trabajo (hombres y mujeres venden su trabajo a
cambio de un salario). Finalmente el capital extranjero comenzó a intervenir
para financiar ciertos aspectos de la economía exportadora, cobrando mayor
fuerza a partir de la década de 1880. Fue precisamente entre ese año y 1914,
cuando el crecimiento de las exportaciones argentinas produjo un aumento
vertiginoso, multiplicándose diez veces el total de las mismas. El principal
comprador de los productos agropecuarios argentinos fue el Reino Unido.
A partir de 1880, la demanda de alimentos
del mercado mundial superó a la de insumos textiles. Argentina, cuyas tierras
fértiles se encuentran entre las mejores del mundo, aprovechó esta oportunidad
para desarrollar la producción de dos nuevos productos para exportar: la carne
y los cereales. Si bien la lana fue el principal rubro de exportación hasta
1895 aproximadamente, a mediados de la década de 1870 comenzó a surgir la
producción de trigo, que en años posteriores iba a gozar de grandes éxitos.
A
partir de la fecha mencionada, se logró abastecer de harina el mercado interno
y progresivamente se comenzaron a generar excedentes para exportar. Esta
producción provenía de un grupo de colonias agrícolas ubicadas en el centro de
la provincia de Santa Fe. Aunque rápidamente se produjo una gran expansión
geográfica de la producción de trigo, abarcando casi la totalidad de la región
pampeana: provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba y nordeste de La
Pampa.
Por otra parte, desde 1880, se perfeccionaron
los medios para mantener las carnes en frío durante su traslado a través del
océano (recordemos que las primeras exportaciones se realizaban con ganado en
pie). Asimismo se debió llevar a cabo un proceso de mestizaje y de mejoramiento
en la calidad de las pasturas para lograr de las carnes argentinas uno de los mejores productos del mundo en
cuanto a sabor y valor nutritivo. La cría de ganado bovino se combinó con la
siembra de cereales. Se formaron estancias mixtas, que dedicaban parte de su
superficie a la siembra y parte a la ganadería.
La variación de
los precios internacionales llevaba a que generalmente las exportaciones terminaran siendo mixtas
(carnes y cereales), de modo que los terratenientes amortiguaran el efecto de
estas variaciones. Esta producción mixta hacía necesaria la posesión de grandes
extensiones de tierras, conspirando contra la formación de una clase de
pequeños y medianos propietarios rurales. Al mismo tiempo, este crecimiento
desplazó la producción ovina (lana) a regiones más áridas y apartadas como el
sur de La Pampa y Río Negro.
A partir de este momento, la llanura
pampeana se transformó en el polo dinámico del desarrollo económico del país.
Allí se generaba la producción para la exportación, se invertía la mayoría de
los capitales nacionales y extranjeros y se concentraba el 70% de la población
del país, dando lugar a un vigoroso desarrollo económico y social.
Sin embargo, si bien las exportaciones se
multiplicaron varias veces entre 1880 y 1914, las importaciones crecieron aún
más, por lo que la balanza comercial argentina continuó siendo deficitaria
durante este período. Llegaban, fundamentalmente desde el Reino Unido, una gran
variedad de productos manufacturados, destinados al consumo masivo de la población.
Al mismo tiempo, los británicos comenzaron a invertir cada vez más en dos
sectores fundamentales de la economía argentina para la consolidación del
modelo agroexportador: los ferrocarriles y los frigoríficos.
El desarrollo del ferrocarril provocó una
baja sustancial en el costo de los fletes. Así, se fueron sumando a la
actividad productiva tierras alejadas de los puertos y de los centros de
consumo. Pero al mismo tiempo, generaron una mayor integración del Estado
nacional. Muchos pueblos se construyeron alrededor del ferrocarril y los
trabajadores ferroviarios. Año tras año crecía el tendido ferroviario. Entre
1887 y 1914, había aumentado 5 veces aproximadamente (de 6700 km a 35500 km).
La financiación de las inversiones ferroviarias se realizó casi exclusivamente
con capital extranjero. En parte, por la carencia del Estado nacional de las
grandes sumas de dinero necesarias para encarar obras de tamaña envergadura; Pero también por una decisión ideológica de los gobiernos de turno que decidió que solo las rutas improductivas debían
ser explotadas por el Estado, en tanto que las productivas debían quedar
libradas al capital privado, fundamentalmente en manos del capital ingles.
Por otra parte, el aumento de la demanda de
carne por parte de Gran Bretaña, incentivó el desarrollo de los frigoríficos.
Los británicos fueron pioneros en este rubro. A pesar de la existencia de
frigoríficos de capitales argentinos, fueron los ingleses quienes dominaron el
negocio de la exportación de carnes. Sin embargo, en los inicios del siglo XX,
el capital estadounidense comenzó a intervenir en la industria frigorífica,
produciendo un cambio en la forma de procesar las carnes: la carne que hasta
ese momento se enviaba congelada, los norteamericanos mejoraron la calidad de
las mismas enviándolas enfriadas, lo que le permitía tener mejor sabor. Las
exportaciones de carne argentina comenzaron a aumentar en forma espectacular,
convirtiéndose en el principal proveedor del Reino Unido.
Ver siguiente: LA GENERACIÓN DEL ´80
Ver siguiente: LA GENERACIÓN DEL ´80