jueves, 5 de julio de 2012

EL MODELO AGRO-EXPORTADOR

Ver anterior: LA REPÚBLICA CONSERVADORA

LA CONSOLIDACION DEL MODELO ECONÓMICO

En la segunda mitad del siglo XIX, a partir del ciclo de exportación de lanas comenzó a formarse en nuestro país una economía capitalista, que se iría desarrollando en las décadas siguientes. Así, gran parte de la tierra que estaba en manos del Estado pasó a manos del sector privado. Allí se establecieron las estancias de crías de ovinos, quedando la producción en manos de una clase de terratenientes. 

Por otro lado, en el extremo opuesto de la escala social, comenzó a crecer la demanda de mano de obra, formándose un mercado de trabajo (hombres y mujeres venden su trabajo a cambio de un salario). Finalmente el capital extranjero comenzó a intervenir para financiar ciertos aspectos de la economía exportadora, cobrando mayor fuerza a partir de la década de 1880. Fue precisamente entre ese año y 1914, cuando el crecimiento de las exportaciones argentinas produjo un aumento vertiginoso, multiplicándose diez veces el total de las mismas. El principal comprador de los productos agropecuarios argentinos fue el Reino Unido. 

A partir de 1880, la demanda de alimentos del mercado mundial superó a la de insumos textiles. Argentina, cuyas tierras fértiles se encuentran entre las mejores del mundo, aprovechó esta oportunidad para desarrollar la producción de dos nuevos productos para exportar: la carne y los cereales. Si bien la lana fue el principal rubro de exportación hasta 1895 aproximadamente, a mediados de la década de 1870 comenzó a surgir la producción de trigo, que en años posteriores iba a gozar de grandes éxitos. 
A partir de la fecha mencionada, se logró abastecer de harina el mercado interno y progresivamente se comenzaron a generar excedentes para exportar. Esta producción provenía de un grupo de colonias agrícolas ubicadas en el centro de la provincia de Santa Fe. Aunque rápidamente se produjo una gran expansión geográfica de la producción de trigo, abarcando casi la totalidad de la región pampeana: provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba y nordeste de La Pampa.

Por otra parte, desde 1880, se perfeccionaron los medios para mantener las carnes en frío durante su traslado a través del océano (recordemos que las primeras exportaciones se realizaban con ganado en pie). Asimismo se debió llevar a cabo un proceso de mestizaje y de mejoramiento en la calidad de las pasturas para lograr de las carnes argentinas  uno de los mejores productos del mundo en cuanto a sabor y valor nutritivo. La cría de ganado bovino se combinó con la siembra de cereales. Se formaron estancias mixtas, que dedicaban parte de su superficie a la siembra y parte a la ganadería. 

La variación de los precios internacionales llevaba a que generalmente las  exportaciones terminaran siendo mixtas (carnes y cereales), de modo que los terratenientes amortiguaran el efecto de estas variaciones. Esta producción mixta hacía necesaria la posesión de grandes extensiones de tierras, conspirando contra la formación de una clase de pequeños y medianos propietarios rurales. Al mismo tiempo, este crecimiento desplazó la producción ovina (lana) a regiones más áridas y apartadas como el sur de La Pampa y Río Negro.

A partir de este momento, la llanura pampeana se transformó en el polo dinámico del desarrollo económico del país. Allí se generaba la producción para la exportación, se invertía la mayoría de los capitales nacionales y extranjeros y se concentraba el 70% de la población del país, dando lugar a un vigoroso desarrollo económico y social.

Sin embargo, si bien las exportaciones se multiplicaron varias veces entre 1880 y 1914, las importaciones crecieron aún más, por lo que la balanza comercial argentina continuó siendo deficitaria durante este período. Llegaban, fundamentalmente desde el Reino Unido, una gran variedad de productos manufacturados, destinados al consumo masivo de la población. Al mismo tiempo, los británicos comenzaron a invertir cada vez más en dos sectores fundamentales de la economía argentina para la consolidación del modelo agroexportador: los ferrocarriles y los frigoríficos.

El desarrollo del ferrocarril provocó una baja sustancial en el costo de los fletes. Así, se fueron sumando a la actividad productiva tierras alejadas de los puertos y de los centros de consumo. Pero al mismo tiempo, generaron una mayor integración del Estado nacional. Muchos pueblos se construyeron alrededor del ferrocarril y los trabajadores ferroviarios. Año tras año crecía el tendido ferroviario. Entre 1887 y 1914, había aumentado 5 veces aproximadamente (de 6700 km a 35500 km). La financiación de las inversiones ferroviarias se realizó casi exclusivamente con capital extranjero. En parte, por la carencia del Estado nacional de las grandes sumas de dinero necesarias para encarar obras de tamaña envergadura; Pero también por una decisión ideológica de los gobiernos de turno que decidió que solo las rutas improductivas debían ser explotadas por el Estado, en tanto que las productivas debían quedar libradas al capital privado, fundamentalmente en manos del capital ingles.

Por otra parte, el aumento de la demanda de carne por parte de Gran Bretaña, incentivó el desarrollo de los frigoríficos. Los británicos fueron pioneros en este rubro. A pesar de la existencia de frigoríficos de capitales argentinos, fueron los ingleses quienes dominaron el negocio de la exportación de carnes. Sin embargo, en los inicios del siglo XX, el capital estadounidense comenzó a intervenir en la industria frigorífica, produciendo un cambio en la forma de procesar las carnes: la carne que hasta ese momento se enviaba congelada, los norteamericanos mejoraron la calidad de las mismas enviándolas enfriadas, lo que le permitía tener mejor sabor. Las exportaciones de carne argentina comenzaron a aumentar en forma espectacular, convirtiéndose en el principal proveedor del Reino Unido.

Ver siguiente: LA GENERACIÓN DEL ´80

LA REPÚBLICA CONSERVADORA 1880-1916

Ver anterior: LA REPÚBLICA LIBERAL 1862-1880

1880 – 1916  LA REPUBLICA CONSERVADORA

Desde la segunda mitad del siglo XIX, los países europeos industrializados comenzaron a demandar productos agropecuarios, cuyo traslado se vio abaratado por los avances de los medios de transporte. Así se produjo una distribución del papel que cada economía cumpliría en el comercio internacional: algunos países se harían cargo de la producción industrial, mientras que otros se especializarían en las materias primas. A esta distribución se la denominó división internacional del trabajo.

Esta división fue sustentada por el liberalismo, doctrina económico- política que se impuso en Europa a partir de mediados del siglo XIX. Entre otras cosas, la economía liberal proponía la supresión de las trabas aduaneras del comercio internacional. La decisión política de comerciar libremente los productos posibilitó la división internacional del trabajo.

Argentina se insertó entre los países proveedores de materias primas y receptor de capitales, manufacturas e inmigración. En ciclos sucesivos nuestro país produjo y exportó: lana, trigo, carne y cereales. Por esta razón hablamos de un modelo agroexportador, cuyo desarrollo se produce entre 1850 y 1880, y vive su apogeo entre 1880 y 1914. Para sustentar este modelo, fueron necesarias obras de infraestructura, mano de obra e insumos industriales. Y al mismo tiempo, era necesaria una figura política con la fuerza suficiente para imponer desde el gobierno los intereses de los grandes terratenientes.

Así, en 1880, el Colegio Electoral impuso a Julio Argentino Roca como presidente de la Nación. Roca poseía una larga trayectoria como militar, habiendo participado de la represión de las rebeliones producidas en el interior del país, en la Guerra del Paraguay, y había conducido la “Campaña del desierto”, en la que se sometió a los pueblos originarios del sur de La Pampa y de la Patagonia.

Roca dejó el camino allanado para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas. Un total de diez millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el Estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras. El excedente obtenido, en lotes de a 40.000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos.

"Las tierras que aún quedaban en manos del Estados fueron utilizadas, en 1885, para cancelar las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, pero tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo y terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno.
 Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata", Fernando Del Corro.

Roca llegó a la presidencia representando al Partido Autonomista Nacional (P.A.N.), donde se nucleaban las clases dirigentes de las provincias del interior del país, quienes se encontraban enfrentados con los representantes de los intereses de la provincia de Buenos Aires. A partir de su ascenso al poder, las minorías dominantes dieron por terminadas sus disputas internas y aceptaron el plan que el presidente consignó en dos palabras: “Paz y administración”. 

Así evitaron los conflictos políticos mediante prudentes arreglos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada. Muy pronto las minorías adquirieron el aire de una oligarquía preocupada sólo por sus intereses y privilegios. A medida que el número de inmigrantes crecía, la oligarquía estrechaba sus filas.

El régimen conservador dispuso de una serie de mecanismos a través de los cuales garantizaba su permanencia en el poder y su funcionamiento. Le otorgó suma importancia al control de la sucesión política (presidente, gobernadores y senadores) cuyo fin era impedir que alguno de esos cargos fuera ocupado por miembros de sectores opositores. El control del colegio Electoral y el fraude fueron los mecanismos  utilizados para garantizar esa continuidad.  El voto “cantado” daba lugar a la intimidación y la violencia en los comicios,  y aseguraba los resultados deseados por el partido dominante.

LAS LEYES LAICAS

El gobierno resolvió encarar transformaciones en el ámbito institucional, tomando como modelo a los países europeos liberales. Esto generó apasionados y violentos debates. En 1884 se aprueba la ley de creación del Registro Civil, por la cual se encomendaba al Estado el registro de las personas, confiado antes a la institución eclesiástica. 

Ese mismo año, se promulgó la Ley de Educación Común, que establecía que la educación primaria era obligatoria, laica y gratuita. Esto posibilitó la alfabetización de miles de niños, incluyendo a los hijos de inmigrantes. A la vez, su carácter de laica implicaba la imposibilidad de impartir educación religiosa en la escuela pública. Un año más tarde se consagró la Ley de Educación Superior, garantizando la autonomía universitaria frente al poder estatal. Unos años después se estableció el matrimonio civil, con lo que el proceso de renovación institucional quedaba concluido.

Lógicamente que estas medidas, siguiendo los preceptos del liberalismo, propiciaron la separación de la Iglesia y el Estado; situación que provocaría la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano por algún tiempo. Por otro lado, le aseguraba al gobierno un centralismo administrativo que el Estado debía garantizar. Pero también quedaron desde entonces divididas las clases tradicionales en sectores ideológicos: liberales por un lado, y católicos por otro.  

Ver siguiente: EL MODELO AGRO EXPORTADOR